Me encanta la política, pero, no sirvo. A pesar de aceptar y comprender lo lógicamente imperfecto de esta actividad (tanto como en todas las que involucran al ser humano), yo soy muy bellaco, muy purista en determinados valores y situaciones.
Esta manera de ser me llevó a romper una linda y honrosa Amistad que habíamos cultivado con Germán Araujo.